viernes, 19 de noviembre de 2010

Perspectiva Maya

La Creación del Mundo
Antiguamente, no había sobre la tierra ningún hombre, ningún animal, ni árboles, ni piedras.
No había nada. Esto no era más que una vasta extensión desolada y sin límites, recubierta por las aguas.
En el silencio de las tinieblas vivían los dioses Tepeu, Gucumats y Huracán. Hablaban entre ellos y se pusieron de acuerdo sobre lo que debían hacer.
Hicieron surgir la luz que iluminó por primera vez la tierra.
Después el mar se retiró, dejando aparecer las tierras que podrían ser cultivadas, donde los árboles y las flores crecieron.
Dulces perfumes se elevaron de las selvas nuevas creadas.
Los dioses se regocijaron de esta creación. Pero pensaron que los árboles no debían quedar sin guardianes ni servidores. Entonces ubicaron sobre las ramas y junto a los troncos toda suerte de animales.
Pero éstos permanecieron inmóviles hasta que los dioses les dieron órdenes:
Tú, tu irás a beber en los ríos. Tú, tu dormirás en las grutas. Tu marcharás en cuatro patas y un día tu espalda servirá para llevar cargas. Tú, pájaro, vivirás en los árboles y volarás por los aires sin tener miedo de caer.

Los animales hicieron lo que se les había ordenado.
Los dioses pensaron que todos los seres vivientes debían ser sumisos en su entorno natural, pero no debían vivir en el silencio; porque el silencio es sinónimo de desolación y de muerte. Entonces les dieron la voz.
Pero los animales no supieron más que gritar, sin expresar ni una sola palabra inteligente.
Entristecidos, los dioses formaron consejo y después se dirigieron a los animales:
 Porque ustedes no han tenido conciencia de quiénes somos, serán condenados a vivir en el temor a los otros. Se devorarán los unos a los otros sin ninguna repugnancia. Escuchando eso, los animales intentaron hablar. Pero sólo gritos salieron de sus gargantas y sus hocicos.
Los animales se resignaron y aceptaron la sentencia: pronto serían perseguidos y sacrificados, sus carnes cocidas y devoradas por los seres más inteligentes que iban a nacer.
 "creación del universo" es algo que ignoraban los astrónomos de hace un siglo. La razón de ello era la aceptación generalizada de la idea de que el universo existió siempre. Los científicos de entonces, al examinarlo, suponían que se trataba de un conglomerado de materia e imaginaban que nunca tuvo un comienzo. Para ellos, nunca existió el momento de la "creación", es decir, un momento en que el universo y todas las cosas pasaron a existir.
Esta idea de la "existencia eterna" se acomoda a los conceptos europeos que surgieron de la filosofía materialista presentada en el mundo de la Grecia antigua y que sostiene que la materia es lo único que existió, existe y existirá siempre en el universo. Dicha filosofía sobrevivió bajo distintas formas durante la época de los romanos, aunque el materialismo declinó al final del imperio y de la Edad Media como resultado de la influencia de la Iglesia Católica y la filosofía cristiana. Pero después del Renacimiento el materialismo empezó a ganar amplia aceptación entre los eruditos y científicos europeos, debido en gran medida a la devoción de los mismos a la filosofía de la Grecia antigua.
Fue Emmanuel Kant quien, durante el Iluminismo europeo, reafirmó y defendió el materialismo. Kant declaró que el universo existió siempre y que ese era el único criterio posible, independientemente de los cuestionamientos que surjan. Los seguidores de Kant continuaron defendiendo la idea de un universo infinito así como el materialismo.
A comienzos del siglo XIX se aceptaba ampliamente que el universo no tuvo un inicio, es decir, que no fue creado. Y dichos conceptos pasaron al siglo XX a través de las obras del materialismo dialéctico, como las de Federico Engels y Carlos Marx.
Esa idea de un universo infinito se acoplaba muy bien con el ateísmo. No es difícil comprender porqué. Sostener que el universo tuvo un inicio podía implicar que fue creado, lo cual, por supuesto, requería de un creador, es decir, Dios. Resultaba más conveniente y más seguro evitar esa cuestión por medio de presentar la idea de que "el universo tiene una existencia eterna", aunque no hubiese el más leve fundamento científico para sostener tal suposición. Georges Politzer, quien abrazó y defendió esa idea en los libros que publicó a principios del siglo XX, fue un ardiente paladín tanto del marxismo como del materialismo.
Confiando en la validez del modelo de "universo infinito", se opuso a la idea de la creación en el libro "Principios Fundamentales de Filosofía": "El universo no se trata de un objeto creado. De ser así, habría sido creado de manera instantánea por Dios, quien le hubiera dado existencia de la nada. Admitir la creación significa admitir, en primer lugar, que hubo un momento en que el universo no existía y que salió de la nada. Eso es algo que la ciencia no puede consentir".3


CREACIÓN DEL MUNDO DESDE LA PERSPECTIVA   MAYA

La sierra Mixteca
Sin duda alguna se trata de una de las más importantes zonas mesoamericanas. En los valles centrales de Oaxaca se originó la civilización zapoteca, quienes establecieron el calendario de 260 días, usado posteriormente por la mayoría de los pueblos mesoamericanos, y un sistema de escritura propio y diferente al olmeca y al maya. Monte Albán se convirtió en el paradigma de esta civilización, y a su caída la región fue ocupada por los mixtecos.
La región oaxaqueña fue desde la época mesoamericana una de las más diversas. Se trata de un territorio sumamente montañoso, enmarcado por la Sierra Madre del Sur y el escudo o nudo. Incluye una porción de la cuenca del río Balsas, caracterizada por su sequedad y compleja topografía. Sus cauces de agua son cortos y de poca capacidad. En ese sentido, se parece bastante a la región del Centro de México.
Dos fueron los escenarios principales de la historia cultural de los pueblos oaxaqueños. Por un lado, los valles Centrales de Oaxaca vieron el desarrollo de la cultura zapoteca, una de las más antiguas y conocidas del ámbito mesoamericano. Esta cultura se desarrolló a partir de los cacicazgos regionales que controlaban la tierra de cultivo (muy fértil, aunque demasiado seca) de los pequeños valles de Etla, Tlacolula y Miahuatlán. Algunos de los primeros ejemplos de gran arquitectura en Mesoamérica pertenecen a esta región, como el centro ceremonial de San José Mogote. La hegemonía de este centro ceremonial en la región del Valle, pasó a manos de Monte Albán, la capital clásica de los zapotecos. La caída de Teotihuacan en el siglo VIII d. C. permitió el mayor apogeo de la cultura zapoteca. Sin embargo, la ciudad de Monte Albán fue abandonada en el siglo X d. C., y dio lugar a una serie de centros regionales que se disputaban la hegemonía política.
Al poniente de los valles Centrales, se localiza la región Mixteca. Se trata de un terreno sumamente montañoso de altitudes muy variables, que llegan a más de 3000 msnm. Los climas varían del templado de montaña al trópico seco, y en general la lluvia es escasa. Existen pocas corrientes superficiales de agua, y en la actualidad, buena parte de la zona presenta un grado de deforestación alarmante. La Mixteca es también una zona ocupada desde tiempos inmemoriales. Ya desde el período Preclásico se habían formado en la región algunos núcleos de población importantes, como Yucuita y Cerro de las Minas. Sin embargo, las capitales mixtecas no alcanzaron nunca la magnitud de sus vecinas zapotecas. El mayor apogeo de la cultura mixteca fue alcanzado en el período Posclásico, cuando el señor Ocho Venado de Tututepec y Tilantongo emprendió una campaña de unificación política de las ciudades-estado mixtecas y llegó a ocupar los Valles Centrales de Oaxaca.
Guerrero
Tradicionalmente se considera a Guerrero como una región perteneciente al área Occidental. Sin embargo, los descubrimientos más recientes, han reorientado la división de las áreas culturales mesoamericanas, y en los trabajos de reciente autoría, Guerrero aparece como un área cultural independiente. El Guerrero mesoamericano ocupa aproximadamente la superficie del estado del mismo nombre, localizado en el sur de México.
Se puede dividir en tres regiones con características diferentes: al norte, la depresión del río Balsas, donde esta corriente de agua juega el papel más importante en la configuración de la geografía regional. La depresión del Balsas es una región baja, de clima cálido y escasas lluvias, cuya sequedad es aminorada por la presencia del cauce y sus numerosos afluentes. La parte central corresponde a la Sierra Madre del Sur, región rica en yacimientos minerales y con escasas cualidades agrícolas. La parte sur del área guerrerense es constituida por la costa del océano Pacífico, una llanura costera muy angosta, llena de manglares y palmeras, azotada por los huracanes provenientes del Pacífico.
Guerrero fue el escenario de las primeras tradiciones alfareras de Mesoamérica. Los restos más antiguos de ella han sido encontrados en Puerto Marqués, cerca de Acapulco, y tienen una edad aproximada de 3500 años, anteriores inclusive a los vestigios correspondientes a los Olmecas en la opuesta costa del Golfo de México. Durante el preclásico, la cuenca del Balsas se convirtió en una zona de vital importancia para el desarrollo de la cultura Olmeca, que dejó huellas de su presencia en sitios como Teopantecuanitlán y las grutas de Juxtlahuaca. Más tardío fue el desarrollo de una tradición escultórica conocida como Mezcala, caracterizada por su tendencia a la geometrización del cuerpo humano. Durante el período Posclásico, la mayor parte de Guerrero quedó bajo dominio de los mexicas, e independiente al señorío tlapaneco de Yopitzinco.


Mazorcas de maíz criollo de la Sierra Mazateca.
Artículo principal: Milpa
Fue el maíz la base de la alimentación de los mesoamericanos durante la época prehispánica y sigue jugando ese papel en las naciones modernas que actualmente ocupan el área. La milpa, por su lado, el sistema que se ha utilizado tradicionalmente para el cultivo de la gramínea en la región.
El cultivo de ’’Zea mays’’ fue uno de los elementos originales incluidos por Kirchhoff en el complejo mesoamericano. Buscando los orígenes de la agricultura, Richard MacNeish se internó en las secas tierras de la sierra de Tamaulipas y descubrió en la cueva de La Perra los restos de un maíz primitivo que fue datado en 2500 a. C. Siguiendo sus investigaciones hacia el sur, llegó al valle de Tehuacán donde consideró que podrían existir las condiciones para albergar testimonios que dieran luz a los procesos que llevaron a la domesticación de vegetales y al desarrollo de la agricultura en Mesoamérica.[19] Los descubrimientos de MacNeish en las cuevas de Tehuacán aportaron evidencias que apoyaron la hipótesis del origen mesoamericano del maíz.
El maíz fue domesticado alrededor del año 5000 a. C., probablemente a partir del teocintle, y llegó a ocupar un papel esencial en Mesoamérica. En esta región se conocen varias decenas de variedades adaptadas a las condiciones climáticas de las diversas regiones mesoamericanas. Estas especies pueden agruparse en dos grandes grupos, llamados alianzas. La alianza ístmica agrupa las variedades originarias de Oaxaca, la Mixteca y la península de Yucatán; la alianza del Balsas-Occidente de México comprende razas propias de la depresión del Balsas, Chiapas, la Tierra Caliente y Jalisco. Los dominios de estas alianzas se sobreponen casi siempre con los territorios étnicos de las naciones de habla otomangueana. Este hecho, sumado al dato glotocronológico que indica que la protolengua con el léxico relativo al maíz con mayor antigüedad es el proto-otomangue,apoyan la hipótesis que los ancestros de estos pueblos estuvieron relacionados con la domesticación del maíz.[20]
En torno al aprovechamiento de este cereal surgió en Mesoamérica todo un complejo tecnológico que también perdura hasta nuestros días. Este grupo de tecnologías incluyen las técncas de siembra y la invención del proceso de nixtamalización; el desarrollo de instrumentos de molienda (metates) y la diversificación de su aprovechamiento (que va desde la harina a los tamales, pasando por el pinole y las tortillas).[21] En la mitología y la religión también fue relevante el papel de este cereal: la masa de maíz es la materia de que están hechos los seres humanos en el mito de la Leyenda de los Soles[22] y el Popol Vuh.[23] Todos los pueblos mesoamericanos tuvieron una divinidad del maíz, y estuvo presente desde tiempos de los olmecas.[24] Entre los mexicas había tres dioses del maíz: Xilonen era la divinidad de la mazorca tierna, Cintéotl fue dios del maíz maduro e Ilamatecuhtli fue patrona de las mazorcas secas.[25]
Si bien la base de la agricultura y de la alimentación de los pueblos de la región fue el maíz, recientes investigaciones tienden a demostrar que el complemento alimentario de los mesoamericanos, particularmente de los grupos mayas, el que les permitió sostener poblaciones muy numerosas, sobre todo durante el período clásico, y muy particularmente en la región sur de mesoamérica en donde se concentraron importantes multitudes (Tikal, Copán, Calakmul), fue la Manioca, también llamada Yuca, un tubérculo con alto contenido calorìfico del que se prepara una harina muy nutritiva, que hasta la fecha es parte integrante de la dieta de las diversas poblaciones que viven en la región maya y también en la cuenca del mar Caribe.[26] La siguiente referencia establece el cultivo de yuca en la cultura maya, hace 1400 años en Joya de Cerén (El Salvador).[27]
Otro cultivo y alimento importante fue el cacao: de su semilla se obtiene una pasta para elaborar una bebida (chocolate o xocolatl en náhuatl) preparada con agua.
Características de la civilización mesoamericana
Paul Kirchoff, al mismo tiempo que delimitó el área mesoamericana en términos geográficos, propuso una serie de características que definían a las culturas de la región y que eran comunes a todas ellas. Entre esos rasgos culturales, notó el uso de dos calendarios, uno ritual de 260 días, y otro de 365 días. La numeración con base veinte y la escritura pictográfica-jeroglífica, el sacrificio humano, el culto a ciertas divinidades (entre las que sobresalen los cultos a las divinidades del agua, el fuego y la Serpiente Emplumada), y varios elementos más. Los anteriores son rasgos culturales más o menos compartidos por todos los pueblos de la Mesoamérica precolombina.
Si bien Paul Kirchhoff dio una definición general de Mesoamérica, actualmente la noción va más allá de simplemente criterios materiales (cultivo de maíz, empleo de algodón, politeísmo, etc.), e incluye aspectos culturales que se originaron a partir de las primeras sociedades sedentarias. Christian Duverger argumenta que la máxima expresión de la civilización mesoamericana fue la cultura mexica. Sin embargo, esta perspectiva ha sido combatida por otros autores (como López Austin, López Luján y Florescano), quienes sostienen que la civilización mesoamericana es el resultado de la participación de múltiples pueblos con diferentes creencias. A pesar de la diversidad étnica, Mesoamérica alcanzó un grado de relativa homogeneidad gracias a los contactos existentes entre las diferentes regiones por virtud de los intercambios comerciales o las campañas militares.
Calendario de 260 días
Véase también: Calendario maya
El calendario de 260 días el cual era llamado Xihuitl o civil, agrupado en 13 meses de 20 días, al cual se le daba el nombre de Tonalpohualli entre los pueblos centrales, Tzolkin entre los mayas y Pije entre los zapotecas., cuyo inicio fue a partir del 1.200 a. C., refleja la evolución del uso de la medición del tiempo, no sólo para saber qué días hay que cultivar, qué celebraciones religiosas se debían de realizar, cuál era el movimiento de los astros; sino que también era usado con fines adivinatorios y de establecimiento de los diversos destinos de los hombres.
Los nombres usados para identificar tanto los días como los meses y los años en el mundo mesoamericano proviene en gran parte de la visión mágico – religiosa que tuvieron los habitantes de Mesoamérica del medio natural con el cual convivían a principios del período Preclásico Temprano: animales, flores, los astros y la muerte. La presencia de este calendario está en todas las zonas culturales mesoamericanas: desde los olmecas, la región de Oaxaca, la zona Maya y el Altiplano Central.






Códice Nuttal. Todos los pueblos de la antigua Mesoamérica desarrollaron sistemas de escritura. Sin embargo, dado que su naturaleza es completamente diferente de la escritura fonética occidental, muchos lingüistas no la consideran como una verdadera escritura.
Escritura glífica
La escritura glífica y su estudio han pasado por diversas etapas. Desde un principio se discutió si el sistema glífico mesoamericano (excluyendo el sistema maya) era una muestra de un sistema de signos que expresaban ideas, principalmente religiosas. Un sistema que no utiliza la fonética. En relación con el uso de elementos pictográficos y su relación con los iconos, la escritura mesoamericana siempre manejó una gran variedad de significados, no sólo una visión artística, sino también religiosa y cultural. Los glifos comprenden personajes, animales, elementos calendáricos, topónimos de lugares, entre otros, que están presentes en todas las culturas mesoamericanas, incluso en Teotihuacan, donde las imágenes son bellas y elaboradas artísticamente. Los glifos que predominan son los pictográficos e ideográficos.
La utilidad de la escritura entre los mesoamericanos fue variada: sirvió para permitir la interpretación de las señales enviadas por los astros en relación con el nombre y destino de las personas. Otro uso fue para la explicación tanto de los mitos e historias de los pueblos, que eran plasmados en los glifos, tanto en piedras o en papel. Este trabajo era realizado por los sacerdotes, quienes eran los únicos que podían comprender las imágenes.
Pero un aspecto muy importante de la escritura fue que era usada por los gobernantes para legitimar su poder. La mesoamericana fue una escritura plasmada en monumentos públicos, pinturas murales, estelas y estructuras piramidales, que dan a toda persona común una simple explicación del poder de sus señores, una especie de propaganda.
 Ofrendas a la tierra
El enterrar ricas ofrendas en los centros ceremoniales, proviene desde los tiempos del inicio del sedentarismo de los grupos otrora nómadas. Delimitar el espacio ceremonial y territorial para establecer un orden cósmico en la tierra, para justificar el dominio de las clases gobernantes hacia el resto de la sociedad.
Una alabanza a los dioses primigenios: el viejo fuego proveniente de los volcanes, y la Madre–Tierra. Ofrendas que son demostradas a todo individuo perteneciente a una sociedad mesoamericana a través de un túmulo de tierra, que con el tiempo se transforma en las construcciones monumentales de tipo piramidal.
Las ofrendas son importantes para el centro ceremonial: dan el poder ideológico y religioso. De ahí que los saqueos de ofrendas, signifique algo más que la búsqueda de riquezas: el debilitar y erradicar ese poderío religioso y político al centro ceremonial.


Tzompantli o Muro de calaveras. Estos monumentos rememoran a las personas que fueron sacrificadas para mantener el movimiento (y la vida) de las dos fuerzas cósmicas principales: la luz y la oscuridad.
Sacrificios humanos
El acto del sacrificar tiene un gran significado religioso – político. El sacrificio significa la renovación de la energía cósmica divina. Los dioses dieron la vida al hombre, sacrificando la suya propia. El hombre deberá de entregar su vida para mantener el orden divino establecido.
La sangre significa la vida en la creencia mesoamericana: la sangre humana es el líquido que satisface la sed de los dioses (en este caso el dios Sol), la sangre tiene parte de la sangre de los dioses. Con la sangre se revitaliza no sólo a las divinidades, sino también a la tierra, las plantas y los animales (por ejemplo, al águila y al jaguar). La sangre es como el agua, necesaria para la vida terrenal y la vida celestial.[cita requerida]
Y esta obligación de revitalizar el orden cósmico se ve reflejada en las sociedades mesoamericanas a través de las imágenes que evocan el sacrificio: águilas y jaguares devorando corazones humanos; la presencia de círculos de jade o chalchihuites que representan corazones; imágenes que a la vez reflejan petición de lluvia y a la vez petición de sangre, con un mismo propósito: reponer la energía divina; la presencia de plantas y flores que simbolizan a la vez a la naturaleza y a la sangre brotando vida.[cita requerida]
¿Qué importancia tiene el sacrificio en los aspectos sociales y religiosas de las culturas mesoamericanas? Primero, la presencia de la muerte convertida en dios. La muerte es la consecuencia del sacrificio del hombre, pero no es el fin: es la continuación del ciclo cósmico. La muerte genera vida, la energía divina es liberada tras la muerte y regresada a los dioses, para que éstos generen nueva vida. Segundo, justifica la guerra, ya que en esta actividad se obtienen los sacrificios más valiosos: los guerreros que poseen la energía necesaria para fortalecer a los dioses en sus constantes actividades divinas. La captura de prisioneros y la guerra se convierten a la vez en un medio de ascensión en la escala social, y se convierte en un juego divino. Tercero, justificar el control del poder real, de dos sectores de las sociedades mesoamericanas: los sacerdotes, que controlan la ideología religiosa; y los guerreros, que suministran los sacrificios a las ceremonias a través de la guerra y la conquista de territorios (con sus tributos correspondientes)


Estatua de Tláloc, divinidad mesoamericana de la lluvia. Fue encontrada en Coatlinchan, Estado de México, y llevada al Museo Nacional de Antropología de México. Cuando era transportada, por la ciudad, comenzó un aguacero de proporciones memorables.
La gran extensión del panteón mesoamericano se dio gracias a la incorporación de elementos ideológicos – religiosos nuevos a la primigenia religión: Fuego – Tierra – Agua – Naturaleza. La importante incorporación de las divinidades astrales (sol, estrellas, constelaciones, Venus) y su representación en esculturas antropomorfas, zoomorfas, también antropozoomorfas y formas de objetos cotidianos.
Las cualidades de los dioses y sus atributos fueron cambiando a través del tiempo y de la influencia cultural de otros grupos mesoamericanos. Dioses que a la vez son tres entes cósmicos diferentes y a la vez son solo uno. La religión mesoamericana tiene una característica importante: la existencia del dualismo entre las divinidades. El enfrentamiento entre polos opuestos: positivo, ejemplificado con la luz, lo masculino, la fuerza, la guerra, el sol, etc.; y lo negativo, la oscuridad, lo femenino, el sedentarismo, la paz, la luna, etc.[cita requerida]
Sistema dualista de pensamiento
Hay que entender por pensamiento dualista la capacidad que tienen los indígenas de pensar los contrarios bajo una modalidad única, y el espíritu mesoamericano está marcado por éste, tanto en la religión y la política como en las creencias populares y los comportamientos cotidianos. Este pensamiento nace de la superposición de los nahuas y los autóctonos, es decir, de una fusión cultural entre ambos; existen un sinnúmero de manifestaciones en torno a este tipo de pensamiento, pero solamente se tomarán los ejemplos más representativos: el nagualismo y el juego de pelota.


El xoloitzcuintle es uno de los naguales del dios Quetzalcóatl. Bajo esta forma, ayuda a los muertos a cruzar el Chicnahuapan, un río que separa el mundo de los vivos del de los muertos.
Nagualismo
Se conoce como nagualismo o nahualismo la capacidad que tiene el ser humano de recubrirse con un aspecto animal, o la práctica del Nahual. Esta palabra se le da por un lado a la encarnación animal de un hombre y por el otro al hombre que tiene el poder de encarnarse en ese animal, pero lo que hay en el fondo de esta creencia es la afirmación de que se puede ser hombre y animal a la misma vez; además, es estrictamente individual no como en el totemismo que tiene un valor colectivo. Existen nahualli muy conocidos como el jaguar y el águila; también de animales más modestos como el perro, el armadillo, el tlacuache, etc
Dentro del arte prehispánico, el nahualismo ha recibido diversas formas de interpretación, la primera forma es poco entendible para nosotros, ya que se tiene la impresión de estar frente a un armadillo o a un jaguar, pero en realidad lo que representa es un nahualli de un dios o un soberano. La segunda forma se presenta más directa, el hombre y su doble se representan juntos como una criatura antropozoomorfa, es decir, una parte de humano ya sea la cabeza, los brazos; y una parte de animal como pueden ser patas, pico, cola, etc. El nahualismo es una idea típica de Mesoamérica por la que se designa exclusivamente a la relación hombre-animal.



Juego de pelota de Xochicalco. El juego de pelota o tlachtli era una ceremonia ritual, que dramatizaba el movimiento de los astros. Los ganadores de la contienda eran sacrificados a los dioses, para ellos era un honor.
Juego de pelota
El juego de pelota es uno de los rasgos culturales más importantes de Mesoamérica. No se trata de un deporte aunque por su nombre la mayoría de las veces es asociado a este término. Hay que entenderlo como un rito y el terreno donde se juega está siempre ubicado entre centros ceremoniales. Este juego tenía una esencia cósmica, a éste se le relacionaba con el movimiento solar y con el movimiento del universo; dicho movimiento se representaba con la ayuda de la pelota, la cual era de hule endurecido que lo sacaban de la savia de la higuera; utilizaban principalmente este material por la capacidad de rebotar.
En el juego existían muchas reglas, pero éstas cambiaban según las regiones donde se practicaba. Había uno en donde solamente se podía jugar con las manos, otro en que empleaban las caderas y los codos, o bien uno en el que se utilizaba solamente un bastón o bate. Para cada tipo existían diferentes terrenos: uno con banquetas para que la pelota rebotara a la altura de la cadera, otro con el suelo removido. En general todos los campos tenían la forma de I y en los extremos se podía encontrar cabezas de aves como en Copán o grandes anillos por los cuales tenía que pasar la pelota, como en Xochicalco. El juego de pelota concluía con un sacrificio humano, lo que no se sabe es si el sacrificado era el capitán del equipo ganador o del perdedor.
Medicina
En cuanto al saber mesoamericano, se lo puede encontrar en dos principales ejes: el espíritu mágico y el espíritu lógico, los cuales, a pesar de ser distintos, coexistían. En el ámbito de la medicina se tenían dos escuelas: una de tradición chamánica; entendiendo por chamán a un sacerdote curandero que se ocupaba de ciertas enfermedades, la más frecuente de ellas era la pérdida del alma. El chamán recurría para la recuperación de sus pacientes a los psicotrópicos (peyote, tabaco, frijoles rojos cargados de mezcalina) y a las manipulaciones mágicas (encantamientos, ofrendas).
La otra medicina consistía de un saber pragmático. En Mesoamérica había curanderos que sabían tratar las fracturas, curar y vendar heridas; e incluso se practicaban ciertas intervenciones obstétricas. Además, también curaban con plantas o bien utilizando el principio activo de la aspirina, que para este tiempo ya conocían y extraían de la corteza del sauce.


Numeración maya. Los sistemas de numeración mesoamericanos se basaban en el número veinte. Cada número de la serie tenía una connotación mágica, que tenía repercusiones en el destino de los seres humanos.
Matemáticas
Las matemáticas no eran entre los mesoamericanos simples números, sino que se les daba un valor y un contenido simbólico gracias al pensamiento dualista. El sistema matemático mesoamericano era vigesimal, es decir, constaba de una base 20 y los números se representaban por medio de puntos que valían uno y barras que le daban un valor de 5. Este tipo de representación se combinaba con una numerología simbólica: el 2 se relaciona con el origen, pues todo origen se toma como desdoblado; el 3 con el fuego doméstico; el 4 ligado a las cuatro esquinas del universo; el 5 expresando la inestabilidad; el 9 hace referencia al mundo subterráneo, y a la noche; el 13 es el número de la luz; el 20 de la plenitud y el 400 del infinito.
Una de las grandes contribuciones a las matemáticas, sobre todo de los mexicas, fue la invención del Nepohualtzitzin que es un ábaco utilizado para realizar operaciones aritméticas de manera rápida. El dispositivo, fabricado con madera, hilos y granos de maíz, también es conocido como "computadora azteca". Los mayas fueron la primera civilización de mesoamerica y de muchas otras regiones que tuvo el número cero como concepto matemático.
Astronomía
Por lo que respecta a la astronomía, ésta nace con la observación de los astros y de la construcción simbólica de la vida cósmica. Los mesoamericanos comprendieron que el cielo se organizaba mediante ciclos regulares originando una sucesión de estaciones y fenómenos astronómicos. Asociaban figuras como animales, plantas, con la diferentes constelaciones. Los conocimientos astronómicos se fueron acumulando a lo largo de milenios. Este proceso tiene su culminación con la invención del calendario (cuyas raíces se encuentran en el período Preclásico Medio), apoyado tanto en la observación de los astros, como en las matematicas:
"Los mesoamericanos prefirieron construir un calendario más abstracto, basado en las correlaciones entre los distintos cómputos, de estructura más aritmética que astronómica. Por ejemplo sorprende que hayan preferido el año de 360 días 18 meses 2 días al año de 365 días de la cuenta larga maya”. (Duverger 1999:
Espacio-tiempo simbólico
Estos dos términos lo asocian a los cuatro puntos cardinales, el espacio y el tiempo son ligados al calendario, asegurando así la rotación de cualidades que tiene el espacio. Es decir, en Mesoamérica, una fecha o un acontecimiento siempre estaba vinculado a una dirección del universo y el calendario expresa una topografía simbólica característica peculiar de este período. Los días estaban asociados, según su nombre, a un punto cardinal que les confería un significado mágico.
Los signos del oriente son: cocodrilo, serpiente, agua, caña, movimiento. Al oriente se asocian la idea de fecundidad vegetal o, en otras palabras, la exuberancia tropical; también se le vincula con el mundo de los sacerdotes.
Los signos del norte son: viento, muerte, perro, jaguar, pedernal. Este punto contrasta con el oriente porque simbólicamente es árido, frío y opresivo. Se le considera como la parte nocturna del universo, como la morada de los muertos. El perro (xoloitzcuintle) aquí tiene un significado muy singular, ya que es el que acompaña al difunto durante el viaje y le hace cruzar el río de ultratumba que lo conduce hacia la nada.
Los signos del oeste son: casa, venado, mono, águila, lluvia. Es un rumbo asociado con el ciclo de vegetación, específicamente con el ecosistema de tierras altas templadas, con lluvia delgada y cambio de estaciones.
Los signos del sur son: conejo, lagartija, hierba seca, zopilote, flor. Se relaciona por un lado con el Sol luminoso y caliente del medio día, por el otro con la lluvia repleta de bebida alcoholizada. El conejo, símbolo principal, está asociado con los agricultores y el pulque.
Con esto se puede decir que una característica mesoamericana es la geografía simbólica, la cual se refiere a zonas imaginarias y no a lugares en específico; si no fuera así, entonces los signos no se aplicarían a Mesoamérica en general, sino que existirían un gran número para cada zona topográfica.



El Micaohtli, en Teotihuacan. Las ciudades mesoamericanas están orientadas con respecto a ciertos puntos notables de observación astronómica.
Territorio y centros ceremoniales
Los centros ceremoniales son el eje de las poblaciones de Mesoamérica. Éstos determinan la existencia del urbanismo, que no es más que una porción del espacio que caracteriza a los centros ceremoniales, que a su vez constituyen el corazón del espacio sagrado. Estos centros tienen como función orientar el espacio y transmitir la orientación al espacio que los rodea. Las ciudades con su centro ceremonial constituían siempre la entidad política y cada hombre se podía identificar según la ciudad en que vivía.
"No hay hombre tribal, el etnocentrismo natural de los pueblos hace que prácticamente todos se autodesignen como los hombres. Por otra parte la pluralidad étnica de mesoamérica no permite asociar una etnia y un territorio; así la ciudad es la que crea la identidad: ser mexica significa habitar en México; ser zapoteco en Zapotlán".(Duverger, 1996: 77)
Los centros ceremoniales siempre eran construidos para ser vistos. Las pirámides eran construcciones que sobresalían del resto de la ciudad, para manifestar a sus dioses y sus capacidades. Otro rasgo característico de los centros ceremoniales son los sedimentos históricos. Toda construcción ceremonial era construida en varias fases constructivas, una sobre la otra, de suerte que lo que se observa en la actualidad suele ser la última etapa de la construcción. En pocas palabras los centros ceremoniales son la traducción arquitectónica de la identidad de cada ciudad proyectada en la veneración a sus dioses y amos.




K'inich K'an B'alam II, en una estela de Palenque. Este tipo de monumentos públicos fue muy común en toda Mesoamérica, y tenían por objeto, conmemorar sucesos notables o hazañas de la clase dominante.
Viaje al más allá
Se concebían en Mesoamérica varios tipos de más allá y por ende se practicaban varios tipos de funerales: simples o múltiples, fosas, cámaras mamposteadas, urnas, etc. Además de esto también practicaban la cremación, pero hoy se sabe que según el rango social que ocupara una persona, o el tipo de muerte que se tuviera, eran ambos factores los que determinaban el tipo de entierro. Con todo esto se llegaba a la idea de un viaje post mórtem, en el que la tumba era el punto de partida al más allá.
Los mesoamericanos creían en tres destinos: el viaje celeste en el que solamente se encontraban los que habían muerto en el campo de batalla, en la piedra de sacrificios o las mujeres muertas en el parto. Este destino se conocía como Cincalco (casa del maíz). El segundo era el viaje al inframundo que consistía en una peregrinación subterránea que conduciría a los muertos al extremo norte del mundo. Este lugar se llamaba Mictlán (lugar de los muertos). El tercer destino era el viaje hacia el paraíso del sol, que se encontraba con dirección este. Se trataba de un sitio dominado por el sol, y en náhuatl se le daba el nombre de Tonatiuhichan (casa del sol).
En cada entierro se tenía que colocar alimento y bebidas depositados en utensilios de barro para que el muerto se pudiera alimentar durante el viaje; también se colocaban máscaras para protegerlos del frío. Una reminisencia de estas creencias se advierte en la actualidad en que todavía algunos indígenas colocan pesos entre los dedos del difunto para poder cubrir los viáticos durante el camino.[cita requerida]
Arte político-religioso
La expresión artística estaba condicionada por la ideología, que mezclaba tanto la religión como el poder; gran parte de las obras que sobrevivieron a la conquista fueron monumentos públicos. Este tipo de arte fue hecho principalmente para ser visto, el cual constituía la clave para la cuenta del tiempo, la grandeza de la ciudad y la veneración de los dioses. Existe, además de éste, otro tipo de arte prehispánico que tiene que ver con el aspecto oculto; se diferencia del primero en cuanto no puede ser observado sino que su valor está en lo que representa, por ejemplo, la vasijas de barro que eran utilizadas en los entierros o las caras invisibles de estatuas.
El arte quedaba en el anonimato, ya que nunca se encontró alguna firma del que lo realizaba; además, se decía que era un arte abstracto, pero no refiriéndose a la ausencia de la expresión figurativa, sino en el sentido de que está desconectado de cualquier referencia naturalista.
Aparte de todo esto, al arte precortesiano se le consideraba también hiperintelectual, capaz de liberarse de toda obligación realista. Siguiendo con esta idea surgen dos observaciones: la primera se refiere a la imagen austera que la arqueología le ha designado: por lo regular se tenía una preferencia hacia las cosas nobles, objetos de colección o atesoramiento; y a las piedras se les consideraba perecederas al tiempo por lo que no eran tan apreciadas, aunque si bien es cierto esto último es esencial para los centros ceremoniales mesoamericanos.



 
Diversas especies de maíz criollo. El Estado y toda la civilización mesoamericana se encuentran vinculados con el cultivo de este cereal, cuya mayor variedad de especies se ha encontrado en el área mesoamericana.
Cronología
Artículo principal: Cronologías de Mesoamérica
La complejidad de los desarrollos paralelos de los diversos pueblos mesoamericanos es un factor que ha llevado a los especialistas a plantearse la pertinencia de una única cronología para toda Mesoamérica. Esta realidad compleja, tanto en el tiempo como en el espacio, puede dar alguna luz acerca de la diversidad de cronologías que han aparecido para abordar diacrónicamente el devenir de la civilización mesoamericana.
Las primeras tentativas de periodización para la región aparecen en el siglo XIX, con el asombro de los viajeros estadounidenses y europeos ante los restos olvidados de las antiguas ciudades mesoamericanas —especialmente las del Área Maya—. La cronología más común para la historia mesoamericana divide a la historia precolombina de esta región del mundo en tres grandes períodos, el Preclásico, el Clásico y el Posclásico. Esta periodización ha sido criticada por varios autores,[28] especialmente porque tiene su origen en una analogía entre la cronología empleada para la Antigua Grecia y el proceso civilizatorio que tuvo lugar en Mesoamérica antes de la llegada de los españoles.[29]
A pesar de las críticas, la periodización tradicional para Mesoamérica es de amplio uso en el mundo académico, aunque las fechas y caracterizaciones de cada uno de los tres grandes períodos pueden variar un poco. Aquí se ha elegido la periodización que aparece en El pasado histórico, obra de Alfredo López Austin y Leonardo López Luján.[30] Dicha cronología apunta al desarrollo de la cerámica más antigua como hito inicial de la civilización mesoamericana (siglo XXV a. C.) y señala como su conclusión la conquista de la América Media por parte de los españoles en la tercera década del siglo XVI. Hay que enfatizar que las fechas son aproximadas y no sólo pueden tomarse como una aproximación. Cada una de las regiones que constituyen a Mesoamérica y cada uno de sus pueblos tuvo una historia particular cuyos procesos específicos difícilmente podrían ser captados por una cronología, que es sólo un modelo interpretativo[]
Nuevo mundo  Por lo tanto, la aparente desculturación provocada por la desaparición de la cerámica y la vivienda, podría ser solo un paso previo y necesario para el restablecimiento cultural y temporal posterior.
Por último, me quiero referir a uno de los momentos más significativos que caracterizan el proceso del Fin del mundo en el Apocalipsis: el juicio universal. Esta es una instancia clave para todos los creyentes pues Dios los juzgará según sus obras y, por lo tanto, encontrarán compensación para todos los sufrimientos y penurias experimentados en vida. Aquí radica el sentido de justicia divina que da, a su vez, sentido a la existencia. Este episodio ha sido representado múltiples veces en la pintura europea y también en las distintas escuelas coloniales andinas (quiteña, cusqueña, ayacuchana, por ejemplo). Concretamente, en muchas iglesias de esta zona del Perú, se pueden encontrar murales sobre el tema, por ejemplo, Las postrimerías (Huaro, Cusco) y Los dos caminos: infierno y
Cielo (Andahuaylillas, Cusco). En todas estas pinturas la narración central se construye en
Base a la separación, por parte de un Juez soberano, de los que se salvan, por un lado, de los  Que se condenan, por el otro: unos van al cielo, otros al infierno.
En la tabla de Sarhua no hay indicio alguno de la existencia de este juicio: no se anuncia en el texto ni se representa gráficamente. Todos, sin distinción, son directamente "castigados" y sentenciados a sufrir el mismo destino. Desde mi punto de vista, esto puede explicarse por dos razones. La primera es que en muchos casos (y varias crónicas dan cuenta de ello) la conquista y evangelización de los "naturales" fue ejercida con tanta violencia y bajo la constante amenaza de reprensión física que debe haber quedado en la memoria colectiva de los pueblos la convicción de que ninguna justicia se aplicó sobre ellos, solo castigos. El consentimiento a la conversión y la sumisión parecían ser las alternativas más sensatas frente a las múltiples y variadas reprimendas. El abuso sobre los indígenas y la prácticamente inexistente posibilidad de acceder a un juicio justo durante la conquista y la colonia, se prolongó durante la época republicana bajo el poder ilimitado de los gamonales y continúa siendo un problema en la actualidad. En consecuencia, no creo que en la memoria colectiva del pueblo indígena la idea de "justicia justa" ocupe un espacio significativo.




En segundo lugar, según Luis Millones, no existe dentro del pensamiento andino la noción de pecado y la perspectiva futura de salvación y condena y, por lo tanto, tampoco la necesidad del juicio previo para determinar lo que cada cual "merece" de acuerdo a su comportamiento. El antropólogo peruano afirma que "la propuesta cristiana sobre el destino en el más allá causó estupor en la población indígena, que no tenía registrada en su historia cultural la concepción del pecado y del premio o castigo luego de su pasaje por la vida"
Se puede deducir de lo anterior que en la representación del Fin del mundo se ha ejercido resistencia frente a un concepto que, por un motivo u otro, no tiene cabida dentro del acervo cultural indígena.

Creación del hombre: la preparación del espacio
A diferencia del espacio unificado y organizado alrededor de un elemento central en el Edén bíblico –el árbol de la ciencia del bien y del mal–, en la tabla de laCreació n el lugar central lo ocupa un surco negro que divide el espacio en dos. Estimo que no se podría hablar, en rigor, de una distribución simétrica de los elementos, pero sí equivalente: a cada uno de los lados se dispone un árbol y catorce animales, encabezados a la izquierda por una figura humana y a la derecha por un mono. Igualmente, en la parte alta del dibujo, se


Reparten el sol y la luna y una gran montaña para cada una de las partes. Si leemos el texto del cuadro encontramos que la equivalencia no es solo material sino también simbólica. En la

Esta distribución de la creación entre Dios y el diablo constituye una herejía para la creencia cristiana que concibe a Dios como
El Creador. Además, no hay una valoración moral jerárquica entre un y otro lado del espacio y sus elementos: ambos están dispuestos equilibradamente y conviviendo sin ningún signo de violencia. Frente al pensamiento monológico cristiano, un sistema dialógico parece ser el que organiza el espacio físico y simbólico del pensamiento representado en estas Tablas. Pienso que puede buscarse una explicación de lo anterior en una visión dualista del mundo, donde los opuestos establecen una dialéctica armónica y complementaria, connotando la idea de totalidad. Ossio explica que "el dualismo es un mecanismo de clasificación recurrente desde el periodo prehispánico, y (…) la mitología que explica la manifestación social y espacial de esta división pone de relieve la idea de reciprocidad y de oposición entre los sexos"

Creación del Mundo desde la Perspectiva Occidental
El tema de la muerte evoca un miedo casi universal y quizá una comprensión más profunda de lo que es la consciencia podría, finalmente, acabar con este miedo. Aparte de esta importante posibilidad (y en parte debido a ella), esta comprensión produciría transformaciones profundas y dramáticas respecto a cómo pensamos de nosotros mismos y del mundo y, por lo tanto, respecto a cómo vivimos nuestras vidas. Podría decirse que es en el mundo de la consciencia –como uno de los aspectos de la existencia– donde la humanidad descubre su estado esencialmente unificado, su fuente de luz, amor y propósito subyacente. Quizá los cambios producidos por semejante aumento de comprensión sean tan grandes que traigan a la era emergente una expresión unificada y más libre de nuestra vida planetaria, manifestándose en forma de relaciones armónicas entre todos los seres.
Todos conocemos y experimentamos la consciencia a través del hecho de la sensación física, la reacción emocional, las imágenes de la imaginación o del enfoque mental concentrado, por nombrar algunos ejemplos sumamente conocidos. Es un hecho evidente que son nuestros pensamientos y sentimientos los que mueven nuestro cuerpo físico y lo galvanizan hacia algún tipo de actividad –nuestras acciones y palabras transmiten nuestro estado de ánimo y los sentimientos que experimentamos. Desde esta perspectiva, la consciencia puede verse como el factor creativo, causal, y la forma como el efecto resultante –la manifestación y exteriorización de la consciencia. Si profundizamos un poco más en esta idea, podríamos decir que la consciencia crea, impregna y determina la naturaleza de la forma, y necesita de esa naturaleza de la forma para expresarse –esta es la antigua perspectiva Oriental sobre la naturaleza esencial de la consciencia y su relación con la forma. En El libro tibetano de la vida y la muerte, Sogyal Rinpoche dice, “En la actualidad, nuestro cuerpo es, indudablemente, el centro de todo nuestro universo. Lo asociamos, sin pensar, con nuestro ser…, y esta asociación irreflexiva y falsa refuerza constantemente nuestra ilusión de su existencia inseparable y concreta… cuando morimos todo este compuesto que hemos erigido se desmorona dramáticamente en pedazos. Lo que ocurre, para decirlo con una sencillez extrema, es que la consciencia… continúa sin el cuerpo…” 1
El punto de vista occidental moderno parece ser totalmente opuesto a éste: determina que es la forma la que da pie a diversos tipos de percepción como resultado de un cúmulo de procesos biológicos. Esto significa que junto con la muerte y disolución del cuerpo físico, ponemos fin absoluto a nuestra existencia. Aunque esta es la principal teoría de la ciencia occidental, no es la única que se ha propuesto intentando explicar la causa y existencia de la consciencia. Algunos pensadores modernos presentan un punto de vista que se aproxima a la perspectiva oriental, esto es, que los sueños son de hecho un tipo de acción en sí y no dependen de la naturaleza del cuerpo físico para su existencia y actividad; y las experiencias cercanas a la muerte, relatadas a los investigadores por tantas personas, parecen proporcionar evidencia de la continuidad de la vida y la consciencia tras la muerte física.

Auto-consciencia
Para aclarar un posible punto de confusión, puede resultar útil considerar la diferencia entre la consciencia como término genérico y la percepción consciente del ser humano. El maravilloso mecanismo del cuerpo humano ha sido explorado por la ciencia occidental y, cuanto más profundiza uno en ello, más extraordinario parece. Cada célula, o agrupamiento de células, tiene su propia función en el cuerpo. La célula tiene su propia esfera de consciencia y esto se demuestra en las funciones que desempeña; por ejemplo, algunas avanzan literalmente palpando su camino y son capaces de reconocer si las demás células son del mismo organismo, es decir, del cuerpo como totalidad, o si son foráneas. Esta capacidad de reconocer es, indudablemente, cierto tipo de percepción, pero es obvio que estas células todavía no tienen la percepción consciente para llevar a cabo sus actividades como lo hace un ser humano. La auto-consciencia parece ser una prerrogativa del ser humano que, en plena participación de percepción consciente, puede dirigir sus actividades determinándolas gracias a su libre albedrío. Además, somos capaces de reconocer al conocedor, al campo de conocimiento y al medio a través del cual conocemos. En otras palabras, somos capaces de identificar un yo observador y perceptor, el “yo”, la esfera específica de percepción o conocimiento, y la forma a través de la cual el yo percibe. Por lo tanto todos los seres están imbuidos con consciencia, pero no necesariamente tienen la capacidad de percepción consciente o deliberada, que realmente depende de la percepción de la individualidad. Fritjof Capra comenta: “La percepción del entorno,… es una propiedad cognoscitiva a todos los niveles de la vida. La auto-consciencia, hasta donde sabemos… se manifiesta sólo en los animales más elevados, y se desarrolla plenamente en la mente humana. Como humanos, no sólo somos conscientes de nuestro entorno, también lo somos de nosotros mismos y de nuestro mundo interno. En otras palabras, somos conscientes de que somos conscientes. No sólo sabemos; también sabemos que sabemos”. 2
Transiciones conscientes
Soñar, caminar, nacer, morir –todas significan cambios o transiciones en la consciencia desde un tipo de actividad a otro y desde una espera de consciencia a otra. Habiendo dormido y entrado en nuestro mundo onírico, la mayoría de nosotros somos participantes inconscientes en la actividad de soñar. Somos impulsados de una extraña ocurrencia a la siguiente y, a menudo en una sola noche, experimentamos una vasta complejidad de expresión mental o emocional equivalente a nuestra percepción consciente. Y, sin embargo, algunas personas son capaces de participar activamente y de ejercer una influencia deliberada, o consciente, sobre su entorno subjetivo. A esto se le ha llamado sueño lúcido.
Un sueño lúcido es un sueño en el que uno está activamente consciente del hecho de que uno está soñando. En semejante sueño, cuando esta percepción está separada del contenido del sueño, uno puede incluso empezar a manipular la historia y los personajes para crear la situación deseada.3
La realidad viva y vívida de un sueño lúcido fuerza a quienes lo experimentan a pasar por una re-evaluación de lo que ellos perciben como la realidad de sus vidas conscientes. 4
Hay otras instancias de estar despierto, y sin embargo operando a través de un vehículo de consciencia distinto del cuerpo físico. Un ejemplo son los numerosos casos reportados de las llamadas experiencias extra-corporales (EEC). Muchos pacientes han observado como se les resucitaba, o se les declaraba muertos, y podían recordar momentos durante el proceso o incluso las palabras del médico cuando finalmente recobraban la consciencia, aunque ellos mismos estaban completamente inconscientes al mundo (en el sentido común) en ese momento. Estos informes proporcionan evidencia para la perspectiva de que “el ser consciente que puede operar fuera del cuerpo durante la vida físicapuede operar completamente independiente de ésta tras la separación que se produce con la muerte corporal”. 5

Se dice que ciertos expertos en meditación pueden entrar conscientemente en el estado del sueño y “abstraer” o extraer su consciencia del cuerpo físico a reinos más elevados de percepción –todo esto se lleva a cabo con pleno conocimiento del proceso y técnica y con la percepción consciente de su entorno interior. Se dice que en el momento de la muerte seguimos un proceso similar. En la tradición budista tibetana, existe una práctica centrada en torno a los procesos del sueño y de la muerte que permite al estudiante volverse consciente durante estos dos procesos –esto es el yoga del sueño. Desde su punto de vista, el proceso de la muerte es la mayor oportunidad espiritual en la vida de una persona y se ha pensado métodos de utilizar la muerte de una manera científica a fin de lograr una liberación espiritual. El yoga del sueño comienza ejercitando el poder de visualizar –visualizando el proceso de “disolución” en el momento de irse a dormir, viendo como nuestro cuerpo sutil deja el cuerpo físico y entra en lo que se llama el “nivel de la clara luz de la consciencia”. Al morir, uno entra en la “clara luz de la muerte”. Todo esto implica “un proceso de disolución, una extracción” de la consciencia. Es de esperar que estas técnicas puedan modificarse de manera que puedan adoptarse más extensamente, porque en la mayor parte del mundo “actualmente existe una gran diferencia entre el método científico de traer una persona a la encarnación y la forma completamente ciega y frecuentemente atemorizada e ignorante con que la despedimos al salir de la encarnación”. 6

Ampliando la visión
Es este proceso de abstracción, o la extracción de nuestra consciencia de su estado normal a otros estados de percepción más elevados fuera del reino físico, lo que puede considerarse como el vínculo entre dormir, soñar y morir, y como la base de la continuidad de la consciencia. Por ahora se han mencionado y elaborado dos aspectos de la existencia: el de la forma y el de la consciencia –somos nuestros yoes físicos y, sin embargo, somos conscientes de muchos tipos de entorno –por ejemplo nuestra naturaleza física, emocional y mental. Es un tercer aspecto, el de la vida, lo que permite que existan la forma y las diversas esferas de consciencia, y lo que constituye la diferencia entre soñar/dormir y morir. Mientras dormimos, nuestro cuerpo físico es mantenido en su existencia en el mundo, mientras que nuestra consciencia es abstraída a otras áreas de percepción. Es en la muerte cuando tanto vida como consciencia son extraídas del cuerpo físico, de manera que la persona que ha “pasado al otro lado” (esto es, a otras esferas de percepción) está en realidad viva, sólo que su aspecto de vida están ahora “anclado” en un cuerpo de percepción distinto al físico.


Podría decirse que la humanidad se encamina al dominio de su naturaleza subjetiva, al igual que ha dominado su inteligencia y actividad puramente físicas (aunque no los valores que motivan una actividad más iluminada). Y este proceso interno de dominio está haciéndose lentamente aparente a través de los nuevos valores que están emergiendo. Esto conducirá, seguramente, a un aumento del sueño consciente y a una ciencia que permitirá que más y más gente atraviesen serena y alegremente el portal de la muerte.

Cuando la humanidad aparte su mirada del mundo de la forma, dejando de identificarse exclusivamente con este mundo y su naturaleza y valores materiales y, en su lugar, enfoque la vista y se identifique con el mundo de la consciencia, con sus valores en expansión y potencialmente más inclusivos, dará los primeros pasos en el descubrimiento de su origen y ser interior, cuya naturaleza es unidad y comunicación sin trabas. El mundo de la consciencia cuestiona nuestros valores materiales y, ciertamente, toda la vida mental construida por la humanidad respecto a la vida y la realidad, y puede así liberar a la mente humana de sus actuales limitaciones constrictoras. Posiblemente cuando un número mayor de seres humanos sostengan el hecho de que la forma es una expresión de la consciencia y una cualidad subjetiva emergente, nos encaminaremos a encontrar la clave de la transformación mundial, porque ello debe surgir de un cambio en la consciencia. Ésta es una realización mayor hacia la cual la humanidad parece avanzar con seguridad. Todos podemos explorar nuestras consciencias conscientemente y con interés, abriendo literalmente una realidad nueva y viva como campo de descubrimiento y creatividad.





Creación del Mundo desde la Perspectiva Maya

El tema de la muerte evoca un miedo casi universal y quizá una comprensión más profunda de lo que es la consciencia podría, finalmente, acabar con este miedo. Aparte de esta importante posibilidad (y en parte debido a ella), esta comprensión produciría transformaciones profundas y dramáticas respecto a cómo pensamos de nosotros mismos y del mundo y, por lo tanto, respecto a cómo vivimos nuestras vidas. Podría decirse que es en el mundo de la consciencia –como uno de los aspectos de la existencia– donde la humanidad descubre su estado esencialmente unificado, su fuente de luz, amor y propósito subyacente. Quizá los cambios producidos por semejante aumento de comprensión sean tan grandes que traigan a la era emergente una expresión unificada y más libre de nuestra vida planetaria, manifestándose en forma de relaciones armónicas entre todos los seres.
Todos conocemos y experimentamos la consciencia a través del hecho de la sensación física, la reacción emocional, las imágenes de la imaginación o del enfoque mental concentrado, por nombrar algunos ejemplos sumamente conocidos. Es un hecho evidente que son nuestros pensamientos y sentimientos los que mueven nuestro cuerpo físico y lo galvanizan hacia algún tipo de actividad –nuestras acciones y palabras transmiten nuestro estado de ánimo y los sentimientos que experimentamos. Desde esta perspectiva, la consciencia puede verse como el factor creativo, causal, y la forma como el efecto resultante –la manifestación y exteriorización de la consciencia. Si profundizamos un poco más en esta idea, podríamos decir que la consciencia crea, impregna y determina la naturaleza de la forma, y necesita de esa naturaleza de la forma para expresarse –esta es la antigua perspectiva Oriental sobre la naturaleza esencial de la consciencia y su relación con la forma. En El libro tibetano de la vida y la muerte, Sogyal Rinpoche dice, “En la actualidad, nuestro cuerpo es, indudablemente, el centro de todo nuestro universo. Lo asociamos, sin pensar, con nuestro ser…, y esta asociación irreflexiva y falsa refuerza constantemente nuestra ilusión de su existencia inseparable y concreta… cuando morimos todo este compuesto que hemos erigido se desmorona dramáticamente en pedazos. Lo que ocurre, para decirlo con una sencillez extrema, es que la consciencia… continúa sin el cuerpo…” 1

El punto de vista occidental moderno parece ser totalmente opuesto a éste: determina que es la forma la que da pie a diversos tipos de percepción como resultado de un cúmulo de procesos biológicos. Esto significa que junto con la muerte y disolución del cuerpo físico, ponemos fin absoluto a nuestra existencia. Aunque esta es la principal teoría de la ciencia occidental, no es la única que se ha propuesto intentando explicar la causa y existencia de la consciencia. Algunos pensadores modernos presentan un punto de vista que se aproxima a la perspectiva oriental, esto es, que los sueños son de hecho un tipo de acción en sí y no dependen de la naturaleza del cuerpo físico para su existencia y actividad; y las experiencias cercanas a la muerte, relatadas a los investigadores por tantas personas, parecen proporcionar evidencia de la continuidad de la vida y la consciencia tras la muerte física.

Transiciones conscientes
Soñar, caminar, nacer, morir –todas significan cambios o transiciones en la consciencia desde un tipo de actividad a otro y desde una espera de consciencia a otra. Habiendo dormido y entrado en nuestro mundo onírico, la mayoría de nosotros somos participantes inconscientes en la actividad de soñar. Somos impulsados de una extraña ocurrencia a la siguiente y, a menudo en una sola noche, experimentamos una vasta complejidad de expresión mental o emocional equivalente a nuestra percepción consciente. Y, sin embargo, algunas personas son capaces de participar activamente y de ejercer una influencia deliberada, o consciente, sobre su entorno subjetivo. A esto se le ha llamado sueño lúcido.
Un sueño lúcido es un sueño en el que uno está activamente consciente del hecho de que uno está soñando. En semejante sueño, cuando esta percepción está separada del contenido del sueño, uno puede incluso empezar a manipular la historia y los personajes para crear la situación deseada.3
La realidad viva y vívida de un sueño lúcido fuerza a quienes lo experimentan a pasar por una re-evaluación de lo que ellos perciben como la realidad de sus vidas conscientes. 4

Hay otras instancias de estar despierto, y sin embargo operando a través de un vehículo de consciencia distinto del cuerpo físico. Un ejemplo son los numerosos casos reportados de las llamadas experiencias extra-corporales (EEC). Muchos pacientes han observado como se les resucitaba, o se les declaraba muertos, y podían recordar momentos durante el proceso o incluso las palabras del médico cuando finalmente recobraban la consciencia, aunque ellos mismos estaban completamente inconscientes al mundo (en el sentido común) en ese momento. Estos informes proporcionan evidencia para la perspectiva de que “el ser consciente que puede operar fuera del cuerpo durante la vida físicapuede operar completamente independiente de ésta tras la separación que se produce con la muerte corporal”. 5

Se dice que ciertos expertos en meditación pueden entrar conscientemente en el estado del sueño y “abstraer” o extraer su consciencia del cuerpo físico a reinos más elevados de percepción –todo esto se lleva a cabo con pleno conocimiento del proceso y técnica y con la percepción consciente de su entorno interior. Se dice que en el momento de la muerte seguimos un proceso similar. En la tradición budista tibetana, existe una práctica centrada en torno a los procesos del sueño y de la muerte que permite al estudiante volverse consciente durante estos dos procesos –esto es el yoga del sueño. Desde su punto de vista, el proceso de la muerte es la mayor oportunidad espiritual en la vida de una persona y se ha pensado métodos de utilizar la muerte de una manera científica a fin de lograr una liberación espiritual. El yoga del sueño comienza ejercitando el poder de visualizar –visualizando el proceso de “disolución” en el momento de irse a dormir, viendo como nuestro cuerpo sutil deja el cuerpo físico y entra en lo que se llama el “nivel de la clara luz de la consciencia”. Al morir, uno entra en la “clara luz de la muerte”. Todo esto implica “un proceso de disolución, una extracción” de la consciencia. Es de esperar que estas técnicas puedan modificarse de manera que puedan adoptarse más extensamente, porque en la mayor parte del mundo “actualmente existe una gran diferencia entre el método científico de traer una persona a la encarnación y la forma completamente ciega y frecuentemente atemorizada e ignorante con que la despedimos al salir de la encarnación”.

Ampliando la visión
Es este proceso de abstracción, o la extracción de nuestra consciencia de su estado normal a otros estados de percepción más elevados fuera del reino físico, lo que puede considerarse como el vínculo entre dormir, soñar y morir, y como la base de la continuidad de la consciencia. Por ahora se han mencionado y elaborado dos aspectos de la existencia: el de la forma y el de la consciencia –somos nuestros yoes físicos y, sin embargo, somos conscientes de muchos tipos de entorno –por ejemplo nuestra naturaleza física, emocional y mental. Es un tercer aspecto, el de la vida, lo que permite que existan la forma y las diversas esferas de consciencia, y lo que constituye la diferencia entre soñar/dormir y morir. Mientras dormimos, nuestro cuerpo físico es mantenido en su existencia en el mundo, mientras que nuestra consciencia es abstraída a otras áreas de percepción. Es en la muerte cuando tanto vida como consciencia son extraídas del cuerpo físico, de manera que la persona que ha “pasado al otro lado” (esto es, a otras esferas de percepción) está en realidad viva, sólo que su aspecto de vida están ahora “anclado” en un cuerpo de percepción distinto al físico.
Alice Bailey tiene las siguientes palabras de ánimo: “¿Les resulta imposible concebir el momento en que el acto de morir sea el triunfo final de la vida? ¿No pueden imaginarse que el tiempo transcurrido en el lecho de muerte será el preludio de un retiro consciente?… ¿No pueden visualizar el momento en que en vez de lágrimas y temores, por no querer reconocer lo inevitable, la persona moribunda y sus amigos se pongan de acuerdo respecto a la hora, y sólo la felicidad caracterice el tránsito? ¿Que las mentes de los que quedan estén libres de ideas funestas, y los lechos de muerte sean considerados como ocasiones más felices que los nacimientos y casamientos?”. 7
Podría decirse que la humanidad se encamina al dominio de su naturaleza subjetiva, al igual que ha dominado su inteligencia y actividad puramente físicas (aunque no los valores que motivan una actividad más iluminada). Y este proceso interno de dominio está haciéndose lentamente aparente a través de los nuevos valores que están emergiendo. Esto conducirá, seguramente, a un aumento del sueño consciente y a una ciencia que permitirá que más y más gente atraviesen serena y alegremente el portal de la muerte.
Cuando la humanidad aparte su mirada del mundo de la forma, dejando de identificarse exclusivamente con este mundo y su naturaleza y valores materiales y, en su lugar, enfoque la vista y se identifique con el mundo de la consciencia, con sus valores en expansión y potencialmente más inclusivos, dará los primeros pasos en el descubrimiento de su origen y ser interior, cuya naturaleza es unidad y comunicación sin trabas. El mundo de la consciencia cuestiona nuestros valores materiales y, ciertamente, toda la vida mental construida por la humanidad respecto a la vida y la realidad, y puede así liberar a la mente humana de sus actuales limitaciones constrictoras. Posiblemente cuando un número mayor de seres humanos sostengan el hecho de que la forma es una expresión de la consciencia y una cualidad subjetiva emergente, nos encaminaremos a encontrar la clave de la transformación mundial, porque ello debe surgir de un cambio en la consciencia. Ésta es una realización mayor hacia la cual la humanidad parece avanzar con seguridad. Todos podemos explorar nuestras consciencias conscientemente y con interés, abriendo literalmente una realidad nueva y viva como campo de descubrimiento y creatividad.

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